Tenemos claridad, sobre todo las/os que somos funcionarias/os de la salud, que la pandemia vino más bien a develar la precarización y el desmantelamiento de la Salud Pública; sin embargo, no es lo único que ha quedado en evidencia, sino que ha quedado al descubierto y sin ningún tapujo que el sistema neoliberal -hoy modelo imperante en Chile, impuesto por la dictadura- ya no puede seguir siendo el pilar de la economía de nuestro país. Lo más duro de este tiempo de pandemia es darse cuenta que no contamos con derechos básicos y que el Gobierno no responde como un Estado garante (ya que no lo es) sino más bien se define como un estado subsidiario que al final solo refuerza y profundiza la inequidad y desigualdad en nuestro país.
El ámbito del trabajo tampoco es la excepción, luego de la Constitución de 1980, se escribe el Plan Laboral, el cual en vez de velar por las condiciones y derechos de las/os trabajadores viene a poner una serie de trabas y condicionamientos, ejemplo de ello es que no existe la negociación ramal o el derecho a huelga, por lo que en la mayoría de los casos las/os trabajadores quedan al libre albedrío del (des)criterio de su empleador, y dentro de todo este contexto las mujeres son las más perjudicadas, ya que hasta el día de hoy existen brechas salariales, dificultades para asumir un trabajo por su rol de cuidado, exposición a acoso laboral y sexual, dificultad para acceder a cargos de poder, entre otras discriminaciones de las que son víctimas.
Con el COVID-19, además de profundizar la crisis política y social que surge desde el 18 de octubre, se profundiza una crisis sanitaria y económica siendo una de las áreas más afectadas el trabajo, ya que ha aumentado el desempleo, lo cual es avalado por el gobierno a través de leyes aprobadas de manera “expres” que claramente benefician más al empresariado que a las/os trabajadores. Comentar que los despidos se han dado más en mujeres que en hombres, hoy el 11% de la fuerza de trabajo femenina está desempleada en chile. Así también las modificaciones a los contratos (ley protección al empleo) también ha afectado más a mujeres que a hombres.
Es así como las mujeres en este tiempo de pandemia han tenido que afrontar despidos, rebajas salariales y en relación al trabajo remoto muy malas condiciones para poder ejercer su trabajo de manera óptima, ya que están al cuidado de su familia, entre otras responsabilidades. Por esta y muchas razones hoy más que nunca se hace necesario escribir una carta magna que ponga como pilar los derechos sociales a través de un Estado robusto y garante de derechos y también con mirada feminista, y así de una vez por todas vayamos avanzando en equidad y justicia.
Consuelo Villaseñor Soto.
Psicóloga.
Directora de Equidad y DD.HH., FEDEPRUS Ñuble
Presidenta CONFEDEPRUS