Se acerca el último trimestre del año y como es ya costumbre los gremios del sector público nos aprestamos para negociar con nuestro empleador: el estado de Chile, administrado por el gobierno de turno.
CONFEDEPRUS ya tuvo un primer apronte el 12 y 13 de septiembre, planteando reivindicaciones de su plataforma propia y también transversal, dada la amenaza de prescindir de profesionales de refuerzo, otrora “COVID”. Esta experiencia ya nos dejó centinelas a tener presente, como la disciplina sindical, la unidad, la capacidad de articulación con otros actores, la reacción de la autoridad tanto local como regional y nacional. Muchos elementos para asimilar, para sostener lo eficaz y modificar lo que no dio resultado, ajustando las expectativas a las condiciones objetivas y subjetivas, tanto externas como internas a la organización.
Lo que viene se enmarca dentro de un contexto complejo. La guerra ruso – ucraniana, aunque acontece a miles de kilómetros de nuestro país es un factor que se debe tener presente, no para explicar insumos de la canasta básica, sino esencialmente por su impacto en el precio del petróleo, que es la piedra angular de la economía mundial. En efecto Rusia es el segundo exportador de petróleo del mundo y aunque se las han ingeniado para salvar las más de 14 mil sanciones que poseen, este movimiento acrobático no ha sido gratis, ya que los intermediarios sacan jugosas tajadas para su propio beneficio y para pobreza de nosotros. Como si esto fuera poco, Arabia Saudita se encuentra presionando al mercado para lograr ventajas, realizando un recorte de producción voluntaria para presionar el alza. De ese modo, las economías crecerán menos, proyectándose para 2024 a China con un 4,6%, Europa con un 1,5 % , EE.UU. con un 1,1% y América Latina con un 1,5% (tener en cuenta que es función de su propio tamaño, para no concluir erróneamente que por ejemplo AL estará por sobre EEUU, que claramente no será de ese modo).
En cuanto a Chile, se espera una inflación baja y un crecimiento muy modesto, más cerca de cero que de 1. Por otra parte, no se aprecia consenso en las políticas públicas. Materias como la previsión, seguridad, educación, tributación, salud, mantienen las cosas en una verdadera trinchera en que no se acuerda nada, en vez de despejar los temas con criterio técnico en un mar de acusaciones cruzadas.
En este panorama sombrío, el cobre se muestra con una tendencia conservadora respecto de su precio, dado que el mercado Chino se espera trabaje con criterios moderados, siendo la reconversión energética el principal estabilizador para esa variable.
Con todo lo anterior, es lícito preguntarse si vale la pena o si tiene sentido generar movimiento ante un panorama tan adverso. La respuesta es que de todas maneras sí.
Cuando las condiciones no son ideales, la tendencia a negarse va a ser la natural y romper esa barrera va a costar el doble que en circunstancias diferentes. Un movimiento gremial débil garantiza que se nos deje sin nada y que no se intervenga ante la pérdida del poder adquisitivo que contiene años en esa condición.
Es poco probable que alguna vez estemos en condiciones ideales y una vez más, la diferencia la tenemos que hacer nosotros/as mismos/as. Que las dificultades no las paguemos los/as trabajadores/as debe ser nuestro esfuerzo principal.
Será tiempo de conjugar los verbos en plural y no en singular. Lo que nos queda es la unidad y la lucha. Sin ella, no podemos esperar mucho y con lamentarnos o auto flagelarnos no cambiaremos las cosas.
De nosotros/as depende: conformarnos o ir por más.
Jorge Vásquez M.
Presidente FEDEPRUS Ñuble